Nuestros amigos del blog http://naturalezasitiosygentes.blogspot.com/ nos hicieron una visita el pasado julio y nos dejaron como recuerdo esta entrada en su blog, muy recomendable pasar un buen rato con ella disfrutando de las imágenes y sus experiencias. Esperamos que os guste tanto como a nosotros.
Varios amigos quedamos en aprovechar unos días de vacaciones en los primeros días de julio. Valoramos subir a alguna comarca del norte peninsular. Tras varias deliberaciones el veterano del grupo propone una zona natural menos visitada que otras de la cordillera cantábrica, el Parque Natural Montaña Palentina. En su web oficial se presenta así:
Vistas desde la Casa del Diezmo. Para más info de la casa clicar aquí.
El pico Curavacas desde el Mirador del Alto de las Matas.
Damos un paseo por la capital de la comarca y su entorno: Cervera de Pisuerga. En un pretil urbano ya empezamos a disfrutar de flores, como esta Linaria propinqua.
En un sendero periurbano de Cervera se encuentra el Eremitorio Rupestre de San Vicente (s. VIII-IX).
Junto al eremitorio: Prunus avium (cerezo silvestre).
Pequeña «mariquita» de largo nombre: Subcoccinella vigintiquatuorpunctata.
Cirsium valdespinulosum.
Dianthus armeria. Un clavelillo que no se da en el sur.
Esta Digitalis purpurea si es común en nuestros montes del sur, donde florece en mayo, no en julio como aquí arriba.
Onopordum acanthium.
En el pueblo vecino de Santa María de Redondo se encuentra el único bar-restaurante-hotelito del valle:
Las Encinas. Se presenta como ecológico, y con la sorpresa de que su propietario es un jerezano de La Barca de la Florida. Después de muchos años en una gran ciudad nuestro paisano Esteban, y su pareja Socorro, decidieron emprender esta aventura en este pequeño pueblo de montaña. Un sitio muy acogedor y recomendable.
Chelidonium majus, o hierba de las golondrinas, porque florece cuando llegan estas aves. Muy utilizada para quitar verrugas.
Nuestro pueblo base es el penúltimo del alto valle del Pisuerga. Así que damos un paseo por el entorno para calentar piernas.
Valle de Redondos.
Erebia triaria.
Vistas al Pico Tres Mares en la Sierra de Peña Labra. Una gota de agua caída en su cumbre puede dirigirse al Mediterráneo, Cantábrico o Atlántico, de ahí su nombre.
Linaria elegans, exclusiva de zonas de montaña de la mitad norte peninsular. No la conocíamos.
Melampyrum pratense, muy común en la montaña cantábrica. Su nombre parece venir de mélas=negro y pyrós=trigo, por el aspecto de sus semillas.
Y una de las excursiones que no hay que perderse es subir a la Cueva de la Fuente del Cobre, nacimiento del río Pisuerga. En unos 6 kms de subida hay que ganar 400 metros de desnivel, por lo que para ir parando y disfrutando nos tomamos la jornada para ello.
Dactylorhiza maculata, la orquídea que predomina en flor en estas fechas.
Dianthus deltoides, otra clavellina norteña que no conocíamos, como las dos especies siguientes.
Centaurea lagascana.
Dianthus hyssopifolius.
Bosque de hayas robles y acebos.
Coenonympha arcania.
Bosquete de acebos.
Planta carnívora con insectos ya cazados en sus pegajosas hojas: Pinguicola vulgare o grandiflora, no estaba en flor.
Lilium martagon, de las más llamativas flores de la montaña.
Centaurea graminifolia.
Eryngium bourgatii.
Digitalis parviflora, una dedalera que no habíamos visto antes.
Eristalis tenax, una mosca con aspecto de avispa, sobre Rosa pimpinellifolia.
Un último descanso en un rellano del Valle de Covarrés.
Por fin avistamos la Cueva del Cobre.
El agua helada y el frescor que allí notamos nos invita a ponernos incluso los forros polares.
En la boca de la cueva florece Antirrhinum braun-blanquetii, en la que pulula una chinche bicolor: Capsodes flavomarginatus (id. por M. Baena).
Adenostyles alliariae en flor junto al joven Pisuerga. Por sus grandes hojas se conoce como «calabacera».
Viburnum lantana, una especie de durillo diferente al nuestro, cuyos frutos son de un color azul metálico.
Centaurea cephalariifolia.
Una jornada la dedicamos al arte románico palentino, que aquí puedes encontrar casi en cada pueblo o ermita aislada. En este pórtico un grupo de músicos entre los que se encuentra un oso en actitud escuchante.
San Salvador de Cantamuda, una encantadora colegiata románica fundada en 1123.
El río Pisuerga a la altura de Salinas de Pisuerga.
Desde el puente de Salinas fotografiamos este barbo común (Luciobarbus bocagei), al que se le notan los tubérculos nupciales que desarrolla en su boca en época de reproducción. En un principio pensamos que era una enfermedad.
En un pretil del puente crece un bonito y florido gordolobo (Verbascum thapsus).
Arbusto del bonetero (Euonymus europaeus) llamado así por la forma de sus frutos, que recuerda a la forma del bonete, el sombrero de cuatro picos redondeados que llevaban antiguamente los eclesiásticos.
Ermita de Quintanahernando.
Frutos del endrino (Prunus spinosa).
Caballito del diablo: Enallagma cyathigerum.
Catananche caerulea.
Ermita de Santa Eulalia.
Ermita de Santa Cecilia.
Ermita rupestre de Olleros de Pisuerga.
Frontispicio de la iglesia de Moarves de Ojeda, considerada una obra maestra del románico.
En su muro fotografiamos esta preciosa Nymphalis urticae.
Rhinanthus minor, cresta de gallo.
Licénido (p.i.).
Coenonympha arcania.
Comienzo del sendero a la Tejeda de Tosande, uno de los bosques más atractivos de la Montaña Palentina.
Tragopogon castellanus.
En el sendero, que cruza prados y bosques alternativamente, veremos muchas especies de mariposas y plantas. Como esta Zygaena osterodensis sobre Klasea nudicaulis.
Plebejus idas.
Zigaena trifolii.
Argynnis niobe.
El sendero sube por el hayedo de la vertiente norte de Peña Cantoral, donde ya vemos algunos tejos sueltos de mediano porte.
A 1.400 m de altitud viven estos tejos de Tosande, gigantescos y difíciles de fotografiar por la oscuridad que dan la densidad de sus copas.
La Tejeda de Tosande, reliquia de la vegetación de la era terciaria, desde un mirador habilitado en el punto más alto del sendero. Hay censados más de 700 ejemplares, algunos con más de 1.000 años de vida.
Luzula lactea.
Zygaena lonicerae.
Coenonympha iphioides.
Estos boletus del hayedo se vinieron con nosotros.
Y acabaron regados con un buen Jerez. ¡¡Revuelto de boletus en pleno julio!! un lujo para los que somos del sur.
El Puerto de Piedrasluengas queda en el extremo norte de Palencia. Abajo queda el valle de Liébana y los Picos de Europa, que nos impiden ver el mar.
Salimos, por unas horas, de Palencia para un paseo por los más accesibles Picos de Europa. Subimos en el teleférico de Fuente Dé.
En la estación superior nos reciben las amistosas chovas piquigualdas (Pyrrhocorax graculus), siempre atentas a que un paseante pierda un trozo de bocadillo o algún fruto seco.
Desde los asomaderos de la estación esta magnífica vista de Peña Remoña y abajo el zigzag de uno de los senderos.
Un buen paseo por aquí arriba nos depara una interesante flora de alta montaña. En esta foto en el endemismo Helianthemum apenninum subsp. urrielense.
Campanula cochleariifolia. Para nosotros otra rareza norteña.
Merendera montana.
Phyteuma orbiculare, que conocemos de sus poblaciones más sureñas en Cazorla y Alcaraz.
Teucrium pyrenaicum.
Peña Olvidada (2.437m.).
Campanula arvatica. Endemismo cantábrico.
Caballos asturcones.
Malva moschata.
Jurinea humilis, según F.I. hay una población en la Sierra de Grazalema que nunca hemos visto.
Erigeron uniflorus.
Myosotis alpestris.
Armeria cantabrica.
Acinos alpinus.
Pedicularis pyrenaica.
Mientras mis amigos han pasado un buen rato observando aves (llegaron a ver más de 70 especies en estos días), nos hemos «traído» una buena muestra digital de flora de Picos de Europa.
Potes. Un pueblo que ha cambiado mucho desde la primera vez que lo visitamos (¡¡a finales de los ’80!!).
Volvemos a la Montaña Palentina para seguir nuestras excursiones, estas mas cortas pero interesantes.
En las cercanías de «nuestro pueblo» nos indican un paraje geológico que merece la pena. Y así fue.
En el camino fotografiamos esta planta que diríamos es Silene italica, pero con dudas. Se aceptan identificaciones y/o correcciones de todo lo aquí expuesto. Nos hemos basado en Flora Ibérica y algunos listados de Flora Cantábrica.
Y este espectacular cortado o cárcava natural se conoce como el Ribero Pintado.
El arroyo Lombatero ha erosionado esta ladera dejando al descubierto esta espectacular formación que cambia de color con el sol e incluso dependiendo desde donde la mires. Estratos de arenisca, lutitas y diferentes oxídos le dan este aspecto. El Ribero Pintado no podía tener mejor nombre.
Mirando con detalle en estos estratos, que estuvieron bajo el mar hace entre 520 y 300 millones de años,se pueden observar algún fósil vegetal, como esta larga hoja de un traqueófito.
Foto que mi hizo mi amigo Íñigo.
Otra hoja fósil.
Campanula glomerata.
Linum narbonense.
De los pocos caracoles que vimos en nuestro paseos, al menos de los que pululan por la vegetación. Esta especie es Hellicella itala (id. por nuestro amigo Félix Ríos), de distribución europea en la península solo abunda en Pirineos y regiónes cantábricas.
Otro paseo corto pero intenso para ver un «gran abuelo».
El Roblón de Estalaya, es considerado uno de los robles de mayores dimensiones y más longevo de la Montaña Palentina y posiblemente de toda la Península. El Roblón es un venerable ejemplar de roble albar (Quercus petraea). Su altura es de 17 metros y su perímetro en la base de 10,6 m. Sobre su edad los expertos calculan que puede rondar los 600 años.
Un bonito ramillete de Dianthus hyssopifolius nos perfuma, con su olor a clavo, por el sendero de vuelta.
Gonepteryx rhamni.
Como estos senderos son relativamente cortos nos da tiempo de subir -al atardecer- el cerro que queda frente a nuestra casa provisional: la Peña Bermeja de Redondos.
Y todo porque un día antes vimos que por allí arriba se movía una familia de rebecos cantábricos (Rupicapra pyrenaica parva). Este rebeco es más pequeño que su congénere el pirenaico, también en la longitud de sus cuernos. La foto está tomada por el amigo Íñigo con el super-zoom de su cámara.
Claro que no vimos los rebecos allí arriba. Seguro que nos «olieron» antes y se fueron. Pero si unas bonitas vistas y más especies de flora. Como esta singular y atractiva siempreviva (Sempervivum montanum).
Roca cubierta con numerosas hojas basales de «siempreviva«.
Sideritis hyssopifolia. Especie norteña que no conocíamos. Su nombre proviene de la antigua creencia de que servía para curar las heridas causadas con armas de hierro (sideros en griego= hierro).
Hieriacium bombycinum.
Erodium glandulosum (solo en el norte).
A vista de rebeco, el mínimo cementerio de San Juan de Redondo.
Y mirando hacia el alto Pisuerga el pueblito de Santa María de Redondo -donde está el hotelito de nuestro paisano- y de fondo la Sierra de Peña Labra. Por allí arriba queda la Cueva del Cobre.
Lotus corniculatus subsp. alpinus.
Una rara mariposa nocturna: Adscita cf. schmidti.
Nos llamó la atención las espinas rojas de este rosal silvestre.
Y atraída por la luz exterior de la casa nos visitó esta mariposa más rara aún: Gastropacha quercifolia. Esta curiosa polilla -cuyo nombre significa «hoja de roble»- tiene el aspecto, cuando se posa, de una hoja seca de roble. Además, sus palpos negros y cilíndricos aumentan la sensación de parecido, pues recuerdan al peciolo de la hoja. Se distribuye por Eurasia, y aquí solo por la mitad norte peninsular.
Para cenar preparamos un plato típico de la comarca: «borono» entre lonchas de manzana asada. Una delicia que nos recomendaron en la tienda donde hacíamos las compras.
Antes de bajar al sur nos acercamos a San Cebrián de Mudá, donde se encuentra la Reserva y Centro del Interpretación del Bisonte Europeo. Una experiencia de reintroducción de esta especie en España que se lleva a cabo en este pequeño pueblo palentino.
En los montes de San Cebrían también se cuida una manada de caballos losinos, única raza equina autóctona de Castilla y León. Son caballos pequeños, de abundantes crines y siempre de pelo negro que estuvieron a punto de extinguirse.
Ultimo sendero por un cañón fluvial abierto por el río Pisuerga al sur de Aguilar de Campoo. El Cañón de la Horadada, un paraje natural utilizado por el hombre desde el paleolítico (sus cuevas) hasta hace pocos años (una central eléctrica ya abandonada, en la foto).
Melanargia galathea.
En sus cortados cría una colonia de buitre leonado. Pueden verse los puntos marrones a lo largo de esa fisura en la roca.
Cephalaria leucantha.
Insecto palo (pendiente id.).
El sendero aprovecha una gran cueva que, a modo de escalera interior, nos se sube a los cortados calizos.
En una cafetería del pueblo más cercano una señora nos enseña su recolección de plantas, y nos cuenta como las prepara para aliviar diferentes males. No lo vende, lo distribuye entre familiares. Una tradición que «heredó» de sus mayores.
Resumiendo, unos días fantásticos por el paisaje, frescos por las agradables temperaturas (hay que taparse de noche) y en buena compañía. Nuestra última merienda fue con estas pastas típicas de Cervera de Pisuerga que nos regaló nuestro casero. Pastas con P, pero de de Palencia.
Los componentes de la expedición posando al estilo de un disco de Mocedades (la foto nos la hizo la simpática Lici en su modesto bar de Perazancas de Ojeda). ¡¡Hasta la próxima!!